INFANTILES: TODOS QUIEREN JUGAR EN CAMIONEROS
Con una concurrencia impresionante en el Predio de Camioneros, comenzó la Captación de Jugadores para las categorías Infantiles 2009, 2010, 2011 y 2012. Desde temprano las calles internas se empezaron a colmar de chicos y padres que se fueron distribuyendo según la disposición de los Profes y su Coordinador en entre la cancha de Sintético y las auxiliares. Otra vez CAMIONEROS abre sus puertas a dichas pruebas con toda su estructura y el aval de tantos años apoyando el deporte y a sabiendas que pocos clubes en Argentina le brindan traslados, indumentaria, sevicios, viandas etc. y que pueden jugar y divertirse con los clubes más importantes del país. El viernes continuarán con las categorías 2013, 2014 y 2015 respectivamente.
«La convocatoria fue muy importante, fueron alrededor de 450 chicos. Por suerte de la Captación Preseleccionamos 45 a los cuales seguiremos observando», expresó Gustavo Petrocelli, el Coordinador responsable del club.
Muchas veces la presión se vuelve algo cotidiano y todos, padres, hijos, entrenadores, árbitros y público, pierden de vista el motivo por el que están jugando. La meta ya ni siquiera es el gol. La meta es llegar, ser el mejor, él numero uno. Y se olvidan que para ser él numero uno, hay una sola vacante. La competencia como la que se suele ver en los partidos de torneos infantiles la imponen y la exigen los adultos, los niños simplemente juegan. En CAMIONEROS se defienden otros parámetros. Lo ideal seria actuar con ellos como lo que son: chicos. Tan obvio y tan simple como eso. Tan complicado como eso. Para lograrlo se debe comenzar intentando que el entretenimiento no se convierta en un trabajo y que esté adecuado a sus posibilidades. La preocupación por el cuidado que le den al niño en ese lugar. Y una idea clara de lo que puede ser bueno o dañino para su educación, su desarrollo y su formación. Eso quiere decir para su cuerpo, su psiquis y su espíritu. Algo que parece tan evidente y que, sin embargo, la experiencia de todos los días muestra que en mucho lados no se cumple. Que los niños entrenan más de lo debido o, a veces, no lo hacen con una persona suficientemente capacitada para eso. Las consecuencias afectan nada menos que a su salud y, a veces, condicionan su estado emocional para el futuro.
Como reflexión Fabían de Marzianni desde un trabajo acerca del tema en la Universidad proponía la lectura del siguiente párrafo de Bettelheim: «Los padres deben decidir cuales de las dos cosas es más importante: que sus hijos se acostumbren rápidamente a jugar de acuerdo con las reglas propias de los adultos, o que se esfuercen en convertirse en seres humanos reflexivos y autónomos diseñando planes para el juego, aunque una parte del tiempo disponible se gaste en este difícil proceso… La obediencia no requiere aprender a sopesar opciones, a llegar libremente a acuerdos con sus semejantes y a poner a prueba en la práctica la factibilidad de las reglas decididas en teoría. El niño que juega tal y como se le indica puede mejorar su habilidad en determinado juego, pero no aprenderá a cooperar con sus semejantes ni lo que supone diseñar reglas para su propia conducta en cooperación con otros niños, el juego lo puede aprender bastante bien pero el niño no se socializara jugándolo…
Las funciones más importantes del juego libre y del juego estructurado consisten en ofrecer al niño la oportunidad de resolver problemas pendientes, afrontar presiones del momento y experimentar con diversos papeles y formas de interacción social con el objeto de determinar hasta que punto le convienen. Todos estos propósitos quedan anulados cuando los adultos imponen sus pautas de seriedad en las actividades del niño».