ESE VIEJO CONTENEDOR GRIS…

EDITORIAL: El viejo contenedor gris, apostado al costado del tanque de agua, mirando a Camino de Cintura era testigo de un «Milagro inducido», entre el establo y la casita donde «Pucho» vivía con su familia a modo de «casero»…
¿Te animás a armar un equipo de inferiores?, le preguntó PABLO MOYANO al único técnico que había, hace más de 10 años…Así comenzó, con la paulatina llegada de los pibes de la zona, que esquivando los charcos y el barro de una zona baja, con agua salada, por naturaleza. Ahí, en el Bunker improvisado de utilería, con dos ventanitas, se tejieron varias historias y proyectos que se fueron plasmando una a una. «¿Jefe, no me carga el termo?»: Así le pedían al «Paragüa» esas tardes destempladas de invierno las madres que se sentaban sobre un tronco esperando a los pocos pibes que desafiaban el concepto general que «¿A Camioneros vas a jugar?, ¡Y donde carajo juegan!, ¿¡sino los conoce nadie!?. Las Pavas gigantes y abolladas que era utilizada para darles un mate cocido y un sandwich para aquellos que no habían almorzado, hervía mientras en las improvisados estantes se esquivaban pantaloncitos, medias y botines gastados. Una puertita de madera, adentro del contenedor, servía de mostrador… A la derecha una mesa y una computadora usada de la Mutual (a aguja) del tiempo del Ñaupa, que llegó después para simplificar el archivo de los datos de los chicos, que estaban en planillas a «mano» y pegadas en las paredes para saber contra quién jugábamos…claro que en verano, esa «cápsula espacial invertida» levantaba temperatura y parecía una caldera a eso de las tres de la tarde, a punto de estallar. -¡Che, hoy viene Pablo con Hugo! a recorrer el predio, y ahí, las pilchas de fajina que se usaban durante la semana le dejaban lugar a las remeritas verdes para «ocasiones especiales». Con el tiempo se fueron sumando compañeros, que le aplicaron su impronta y su conocimiento. Más chicos, más deportes, más profes, más categorías y con ellas más comodidades. Se fueron construyendo confiterías, derrumbando el chalet, canchas, vestuarios. Y muchos años después, una tarde de Enero de 2020, después de tanto recorrido, mientras llegaban cientos de mail pidiendo jugar y probarse vistiendo nuestros colores (¡Como cambió la mano, Papá!), nos confirman que el club estaría muy cerca de ser invitado para participar de otros eventos importantes etc. ¿y sabés qué?, pensamos en todos los «Kumpa» que conocimos en éstos años, los que están y los que no, los que están en la tierra o los que están en el cielo, que imaginariamente se sentában al lado de los eucaliptus a compartir un Chori y una Coca, para seguir soñando con utopías, esa que los virus no podrán voltear…para recordarlas ahí, al lado de ese viejo contenedor gris…