YO LO VI VOLAR…EL PÁJARO YA ESTÁ EN EL CIELO (Q.E.P.D.)

Yo lo vi volar. Corría el primer tiempo y el «Pájaro», el «Pato» o «Plumero», fue a trabar una pelota sobre los bancos de suplentes que daban a la platea, con tan mala fortuna que lo desestabilizaron y se suspendió en el aire para dar con su cabeza en el borde del cemento del techito del Beranger, en un Temperley-Atlanta, «abriéndose» la cabeza, tras su vuelo razante. Tremendo. Los médicos, la ambulancia, momentos de tensión a la vista de un estadio enmudecido. Pero no, a los pocos minutos se incorporó, le pidió a los doctores seguir, lo vendaron todo y ahí entró, ante el aplauso de propios y extraños. Así fue siempre Ruben. Nunca aflojó, lo charlamos en los viajes y como rara paradoja del destino, en su «último» vuelo compartimos en Rafaela la Primera fecha (ver nota y última foto) con los pibes de la Novena, un buen tipo. Rubén Darío Gómez falleció  a los 57 años. El Pato, Plumero o el Pájaro, tuvo un largo paso por el fútbol argentino y durante la temporada 85/86 fue jugador de Unión. En ese lapso disputó 10 partidos con la camiseta rojiblanca y llegó de la mano de Jorge Castelli que era el entrenador en ese momento.
Gómez tuvo la particularidad de jugar en los dos equipos más grandes de la Argentina: Llegó a Santa Fe procedente de Boca y luego de vestir los colores de Unión, pasó a River, lugar en el alcanzó la gloria ya que integró el plantel que ganó todo de la mano del Bambino Veira.
Sus otros equipos en el país fueron: Lanús, Atlanta, Argentinos, Atlético de Rafaela, Arsenal y Douglas Haig de Pergamino.
Con apenas 21 años, Rubén Darío Gómez ya estaba para dejar el fútbol. Tenía el camino tapado para llegar a la Primera de Lanús por Néstor Sicher, lateral que marcó una época en el club, y partía su tiempo entre su carrera deportiva y su trabajo en el correo. Bien pronto, parecía que se iba a transformar en un ex jugador.
Pero alguien lo vio en uno de esos partidos de Reserva de la B. Fernando Areán les contó a los dirigentes de Atlanta, que buscaban laterales -porque se había ido el Ruso Hrabina a San Lorenzo y parecía que lo podía acompañar el Tati Rafaelli-, que en Lanús había un chico que jugaba muy bien pero que no tenía lugar.
UN POCO DE HISTORIA con Federico Kotlar
Los encargados de conseguir al jugador con el menor costo posible fueron los directivos Héctor Cacho Santoro y Vicente Tassitani. Con esa idea llegaron a negociar al club del Sur, y contaron la necesidad de incorporar un marcador lateral para ese Atlanta que trataba de recuperarse luego de haber perdido el ascenso contra Temperley en la final del octogonal. Y entonces dispararon la solicitud tramposa: “Nos queremos llevar a Sicher”.
Claro: les contestaron que estaban locos. Que de ninguna manera Atlanta podía pagar lo que Lanús pretendía por su 4 titular. “Pero los vamos a ayudar”, concedieron, y les entregaron una lista de jugadores que no tenían lugar en el club. Y ahí apareció el nombre que realmente habían ido a buscar. “Che, ¿y este Gómez qué tal es?”, preguntaron con cara de desentendidos. Entonces les contaron que era un buen pibe y que jugaba bien, pero que estaba postergado y no sabía si seguiría jugando. “Llévenselo gratis, si quieren”, les soltaron. Amigablemente, los bohemios les ofrecieron un monto simbólico para que en el Sur no les cuestionaran la operación, y así llegó casi gratis a Villa Crespo el lateral del equipo que en 1983 conseguiría el último ascenso del club a Primera.
En Atlanta estuvo el punto de despegue para un carrerón. Sus corridas y su garra hicieron que lo compararan hasta con el Baby Cortés, y tan bueno era que después saltó a Boca, al River campeón del mundo con el Bambino Veira, Unión, Argentinos, River de nuevo, Atlético de Rafaela, Arsenal y Douglas Haig.
No pudo ganarle la pelea al cáncer que lo había perseguido en los últimos años. Este sábado, tan solo con 57 años, la vida del Plumero se apagó. Pero dejó para siempre la imagen de sus rulos yendo para adelante, una y otra vez, por el lateral derecho.